¿Por qué escribo?

Por Sarah Babiker

Escribo porque me lo piden las manos, porque me brota como de las manos, son mis manos semilla y hambre, el campo del que brotan las palabras, la urgencia que me demanda escribir. Tengo una motricidad fina nefasta, fracasé en mis intentos de aprender a tocar la guitarra, hacer punto, coser, liar cigarrillos. Mi caligrafía es tan confusa que cuando pasan unos años no entiendo lo que escribí, como si los trazos tuviesen fecha de caducidad, y pasado el tiempo, el continente no alcanzase para retener el contenido. Mi mecanografía es lenta y accidentada, pasto de autocorrector del word. En fin, mis manos nunca fueron buenas para hacer las cosas que generalmente se les pide a las manos, pero les brotan las palabras, es dejarlas a su albedrío y te lo desparraman todo de texto, sea una página cuadriculada, sea una pantalla de ordenador, sea una pobre servilleta. Escribo porque me lo piden la manos.

Quizás la demanda primigenia venga de otro lado,  fui una niña tímida, confundía las eres las eles y las des, carne de logopeda, las ideas que se originaban en mi mente nunca llegaban ordenadas a la garganta, y cuando las oía en el aire, en forma de palabras, eran ya una versión pobre de lo que realmente quería decir.  Era como si tuviera un batallón de vándalos posicionados en la boca, que diezmaban el lenguaje, y lo que acababa saliendo de ahí, con mi voz siempre demasiado aniñada, y mi acento siempre demasiado extraño, fuese fonéticamente aberrante y léxicamente pobre.  Sin embargo, cuando las palabras transitaban de la mente hasta mis manos pasaba algo mágico, iban sumando sentidos, y emociones, iban creciendo y madurando por el camino, ensayando nuevas formas, probando nuevas texturas, y ya escritas, plasmadas por mis dedillos mediocres, eran mucho más de lo que había pensado.

Y, en fin, escribo porque es escribiendo como mejor pienso, es escribiendo como mejor entiendo, es escribiendo que me hago diagnósticos de cada uno de mis males, mapas de la incertidumbre, himnos para arengarme y batallar. Y es a través de la escritura que consigo diseccionar el mundo.

En respuesta al ejercicio Por qué escribo para el taller Escribir en verano. Gracias, Sara 🙂

Imagen: Jakob Owens, tomada de Unsplash

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